jueves, 25 de febrero de 2010

RECUERDO Y TESTIMONIO - CIRO ALEGRIA Y LA CEJA DE SELVA


Por: Doctor Luís Arista Montoya

La antigua Estación de Desamparados de trenes, gracias a la nueva dirección de la Casa de la Literatura Peruana, ha devenido en Estación de los Amparados. Es decir, en morada de grandes escritores fallecidos, de los consagrados vivos, y de los emergentes.

La exposición bilio-fotográfica en homenaje al centenario del nacimiento de Ciro Alegría (1909-1967), es la mejor muestra de lo que puede hacerse- como se ha hecho en Francia, España, México-, ocupando creativamente espacios públicos abandonados.

Conocí a Ciro Alegría un año antes de su muerte, en junio de 1966, cuando recién ingresado a la universidad organizamos, bajo la dirección del maestro Julio Gallarreta, un ciclo de conferencias titulado “Las Motivaciones del Escritor”.

Motivaciones es el conjunto de motivos, de causas eficientes y finales (teleológicas) y móviles, concientes e inconcientes, que dan origen a la escritura como “comportamiento activo”. Escribir es una acción voluntaria, vocacional y de servicio a los demás. “Yo escribo con rabia y dolor a favor de los pobres indios”, confesó Alegría con tristeza por la rancia injusticia y pobreza de las comunidades andinas y selváticas. Hablaba pausadamente, casi sin mirar al auditorio, cabizbajo, con el rostro muy colorado, quizá por su resentimiento.

Para exacerbar conciencias ya había escrito “La Serpiente de oro” (1935), “Los perros hambrientos” (1939), “EL Mundo es ancho y ajeno” (1941) y “Duelo de Caballeros” (cuentos, 1962).

Junto al escritor muncha Francisco Izquierdo Ríos (nació en Saposoa, trabajó largo tiempo en Amazonas), Ciro Alegría fue el escritor que mejor conoció a las comunidades de la Ceja de Selva de la región nororiental peruana. En sus obras está implícita la mejor antropología cultural sobre la cosmovisión de esas gentes que siguen huyendo con nuevos perros hambrientos, viendo como se contamina su caudaloso río marañón ( serpiente de oro) dentro de un territorio ancho y ajeno, a causa de colonizadores de bosques, y colonizadores de mentalidades ( ciertas nefastas ONGs).

Escribió para que esta gran mancha de pobres acorralada y arrinconada en una autarquía ecolátrica sea incorporada inteligentemente al moderno cuerpo de la nación. Que esa pampa de aterrizaje militar en Condorcanqui, que lleva su nombre, sea reconvertido en aeropuerto comercial regional. Que la ruta de los pongos (Rentema, Yamacita, Cumbinama, Escurrebraga, Huaracayo y Manseriche, con gran potencial hidroeléctrico, según estudios de factibilidad de Odebrecht) sea considerada por Promperú como ruta turística “La Serpiente de Oro”. Que el mítico puente “Corral Quemado” se llame Ciro Alegría, en homenaje a ese hombre- puente: cuya obra une -ida y vuelta- la costa con la selva, a través de la mediación de los brumosos Andes Amazónicos de la Ceja de Selva. Es más, no basta loarlo. Hay que leerlo.

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