miércoles, 31 de marzo de 2010

LA REBELION DE LOS QASHILLOS


3/28/2010.- En quechua chachapoyano el término qashillo significa hábil para dibujar y pintar. Bueno pues, ante el inminente cierre de la filial de la Escuela de Bellas Artes de Chachapoyas, creada el 11-2005, los estudiantes-qashillos, con el apoyo de toda la población, vienen protestando en calles y plazas con justificable razón.

Con una visión limeño centrista, la Comisión de Adecuación de la Estructura Académica y Administrativa de la Escuela Nacional Superior Autónoma de Bellas Artes del Perú (ENSABA), aplicando retroactivamente con males artes jurídicas la ley 29394 dada el 31-07-09 que prohíbe crear filiales y anexos fuera del ámbito del funcionamiento de Institutos y Escuelas de Educación Superior, ha resuelto cerrar dicha filial a partir del próximo 14 de abril.

Eso no es adecuación. Es liquidación. Adecuar es proporcionar, acomodar, adaptar algo a una estructura mejor. Adaptación y asimilación equilibran una estructura. Una estructura se caracteriza por ser una totalidad (involucra a todas sus partes), que se transforma (innovación) y se autorregula autónomamente.

La autonomía académica y administrativa de la ENSABAP no faculta a sus directivos actuar al margen de la Constitución Política, de las leyes y del buen sentido. No. Faculta dirigirla con criterio (con fundamentos racionales o razonables) para facilitar una educación estética del ciudadano, mediante la formación de artistas y profesores de arte y estética, que tanta falta nos hace.

Tener criterio es pensar y actuar bajo la lógica elemental del sentido común. Pero parece que para ciertos burócratas limeños el sentido común es el menos común de los sentidos. El bien común es el menos común de los bienes. Tienen que ser creativos, encontrando soluciones plausibles, factibles y justas.

El local de la sede de Chachapoyas se inauguró el 5 de septiembre del año pasado, después de una historia académica agónica (de lucha) iniciada en el 2004. Funciona en una vieja casona en el centro histórico donada por el Comité Progreso de Amazonas (COPRA), y restaurada por el gobierno regional, que incluso paga los sueldos de docentes y administrativos. Un hermoso local a la altura de los locales de Bellas Artes de Arequipa, Ayacucho, Trujillo y Cuzco (que, dicho sea de paso, funcionan mejor que la de Lima). Yo estuve aquel día compartiendo la alegría de los cientos de qashillos, ahora en ascuas.

“Es que Amazonas no tiene tradición artística”, me dijo un funcionario limeño. Craso error. Porta una tradición fuerte que se inició en el siglo XVII con los pintores populares andino-amazónicos - que pintaron los famosos “Tocuyos de Chachapoyas” de Semana Santa, usando tintes naturales sobre lienzos de algodón, obra de indios y mestizos- y sigue con los actuales estudiantes aguarunas y huambisas, pasando, claro está, por artistas republicanos y contemporáneos.

Recuerdo las obras de algunos portadores de esa vieja y rica tradición: las esculturas de madera de Abraham Cachay; los paisajes de mi maestro Erasmo Grández y su hijo Jorge ; la pintura antropológica de Avelino Salazar; los retratos de Luís Herrera Castro; los paisajes rurales de Alejandro Rubio; la santería pictórica de Alejandro Valdez; las acuarelas de José Antonio Peláez; los modernos cuadros con raigambre andina de Tuco Zegarra, Nelson López, Julio Vigil y Cesar Reina, ubicados a la vanguardia. También los trazos de Ramón Burga, la habilidad del “Cashillo” Jiménez, de Víctor Molinari y de don Santiago machillo, pintor de brocha gorda de paredes y murales. Además de los jóvenes alfareros y decoradores de Huancas y Sonche; de las diseñadoras y pintoras de ponchos, llicllas, frazadas, colchas, paño manos y alforjas, de las siete provincias de Amazonas. Tradición que estamos obligados a preservar. En defensa de la igualdad en la diversidad.

Fuente: Luís Arista Montoya

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