miércoles, 31 de marzo de 2010

DESALIENTO Y RECHAZO SOCIAL


3/18/2010.- En los últimos meses, una pequeña pero significativa obra pública que tendrá un impacto muy grande en el desarrollo económico y turístico de Chachapoyas, viene dividiendo a la ciudadanía: La remodelación de la antigua calle real, el comercio y hoy denominado Jirón Amazonas. La remodelación contemplada en su plan estratégico del PLAN COPESCO, hoy por hoy es sujeta de cuestionamientos públicos y desconocimientos de intermediarios o voceros entre los propios grupos involucrados y al mismo tiempo beneficiado. Un municipio miope del desarrollo e instancias públicas sordas al clamor del pueblo. Y si se suma a ello que el expediente técnico sufre constantes modificaciones, entenderemos la caótica situación en que nos encontramos.

El jirón Amazonas, es la columna vertebral de la ciudad, por ella se trasladan diariamente más de dos mil personas a su centro de trabajo, entran y salen de sus escuelas los docentes y alumnos, venden y compran cientos de comerciantes y donde se moviliza buenas cantidades de dinero y al mismo tiempo es la zona de distracciones y alojamiento, además de contar con viviendas que han sido declaradas como patrimonio monumentales de la ciudad y por ende del país.

Bajo el pavimento de la actual ciudad se han construido en la etapa virreinal todo un sistema de cunetas que permitían la distribución de aguas servidas por toda la zona histórica, luego remozada y mejorada con los años. El último trabajo ejecutado en las calles Amazonas. Ayacucho, La Merced y Grau fueron ejecutados entre el 14 de mayo de 1,917 y 27 de setiembre de 1,919 con la piedra abastecida por el picapedrero Manuel R. Cabañas Huamán.

Este sistema de drenaje y canaletas bien elaboradas son parte de evolución histórica de la ciudad que tiene que conservarse, preservarse y darle operatividad. Y al darle utilidad sin lugar a dudas, tiene que convertirse esta calle en vía peatonal, la misma que contribuirá sin duda alguna a valorar los bienes patrimoniales, incrementar el turismo recreativo y por ende al cambio de rubro de algunos negocios dirigidos a la gastronomía, cafeterías, diversión, artesanía y la cultura.

Entendiendo así la importancia de la obra que ya viene superando una inversión económica superior al millón y medio de soles, hemos comprendido al conversar con los “afectados” en este caso, que falta una política de comunicaciones en el gobierno local. Un plan que refleje las actividades, programas y estrategias para promover y concientizar a la opinión pública sobre esta obra, que además de ser importante, será lo único de bueno y relevante que dejará esta gestión.

En el siglo XXI, se tiene que entender que los proyectos de inversión pública no deben ser ejecutados a espaldas de la gente y contra la realidad social y económica de los pueblos. Un proyecto de inversión no solo tiene que contemplar las bondades de la obra, sino la satisfacción del público usuario y beneficiario y para ello se requiere un gobierno que entienda al desarrollo social como herramienta del cambio y del entendimiento.

Percibo que la obra era necesaria y como que lo es; pero reevaluando el expediente se tiene que dar lugar los concejos y sugerencias de las personas que afirman lo siguiente:

• ¿Cómo se prevé el recojo de la basura acumulada en las viviendas, restaurantes y hoteles?

• En casos de emergencia ¿Qué papel tendrán los vehículos de la policía, hospital, bomberos en este caso y como accederían a la asistencia, más aún si se tiene planeado colocar bancas ornamentales?

• ¿Se podría otorgar en horas de la noche, la suspensión de las restricciones vehiculares para carga y descarga pero con vehículos menores o traslado de turistas alojados en los diferentes hoteles?

• ¿Se tiene contemplado un garaje público para estacionamiento masivo de vehículos, a fin de descongestionar las calles?

Todo eso entiendo debe superarse con el diálogo, la concertación y la comunicación. Hoy por hoy la comunicación como medio para alcanzar el desarrollo, es una herramienta fundamental para superar las demandas sociales, las quejas ciudadanas y hasta los intereses de grupo.

Fuente: Manuel Cabañas López

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